Qué suerte vosotros que tenéis este libro. Antes de que Armando lo escribiera teníamos que hacer los guiones con palos y con piedras, fabricando cada herramienta a golpe de ensayo, a golpe de error y a golpe de bastonazos del público que, si no les gustaba lo que hacíamos, nos sacaban de la sala crujiéndonos las tabas.

Funcionábamos como estraperlistas. Visitábamos otras disciplinas artísticas y nos traíamos de contrabando algunos recursos narrativos. Asaltábamos cines, teatros, novelas, etc y nos traíamos los bolsillos llenos de conceptos: running gags, elipsis, cambios de ritmo, puntos de giro, Macguffines… Después había que sudar para que eso funcionara. Para que todos esos productos exógenos tuvieran sentido dentro de una charla mágica había que adaptarlos un poquitín y, más importante todavía, dosificarlos de manera que la magia se potenciara. Es muy fácil cargarse la magia con un chiste muy bueno.

Armando lleva trabajando en este libro más de treinta años. Despacito, con la minuciosidad del alquimista, ha recogido cada uno de esos recursos, los ha adaptado y ha calibrado las dosis exactas para maximizar los guiones sin causar lesiones irreversibles en la magia. Porque, no lo olvidemos jamás, nuestra charla solo puede tener un fin: potenciar la magia.

Yo te recomiendo enfrentarte a este libro con un objetivo concreto: mejorar un par de juegos tuyos que ya tengan charla y que suelas hacer. Enfréntate al libro como el que le hace una puesta a punto a su coche. Elige un par de esos juegos y somételos a cada uno de los capítulos. Trata de aplicarle las sugerencias del libro, testea sus estructuras, pruébales los momentos flojos y veras cómo, poco a poco, tu magia se carga de potencia, de seguridad y anticongelante.

Siempre he sido un escéptico de los libros que enseñan a escribir historias. Siempre lo he sido y siempre lo seré. No se puede explicar cómo elegir las palabras para emocionar, igual que no se le puede explicar a una persona cómo tener buen gusto, cómo tener los ojos azules o como tener un pene de veinte centímetros. Eso se tiene o no se tiene. Sin embargo, sí que es cierto que hay unas normas que se deben conocer. Hay caminos que ya han sido recorridos. Disponer de ese conocimiento facilita mucho las cosas, siempre que tengas lo que hay que tener.

Armando ha depositado aquí treinta años de trabajo… y se nota. Si te lo encuentras por la calle verás que ya está más relajado. Agarra este libro por los cuernos y disfruta de lo mejor de Armando de Miguel, ahorrándote lo peor. Si gracias a este libro tu magia mejora, aunque sólo sea un poquitito, esos treinta años de trabajo habrán valido la pena. Eso dice Armando y yo le creo.

Luis Piedrahita, noviembre de 2012.